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22 de julio de 2013

ENTRE LINEAS

Hace algunos días hablaba con unos amigos de los innumerables escándalos que día a día tenemos que soportar los ciudadanos de este estercolero. Les comentaba que al tomar café y abrir algún periódico, de mi interior surgen siempre las mismas palabras; "voy a leer cuanto han robado hoy". Lógicamente, excusamos a la casta política tradicional por la ausencia de dimisiones, imposibilidad de asumir responsabilidades y acatar algún tipo de precio político -de la posibilidad de tener responsabilidades judiciales ni pensarlo, of course-. Coincidimos que no pueden adoptar ninguna medida de ese tipo puesto que la casta política española padece una ausencia total de ética. Eso si, la boca se les llena nombrando la palabra "transparencia". De hecho hasta quieren sacar una ley con ese nombre. Seguramente será tan transparente que los parias podremos pasar por cualquier administración y no veamos ni un solo papel. Me parto y me troncho. 

Pero, no nos dejemos llevar por la crítica fácil. Los ciudadanos tenemos nuestra parte importante de culpa. Nos gusta recibirlo todo hecho. Tenemos que reconocerlo, los partidos políticos nos muestran una cierta imagen sobre sus intenciones. ¿No me creen? Observemos, por ejemplo el Pepesoe. Si nos dedicamos a estudiar sus símbolos, rápidamente podemos saber por donde nos la van a dar. 

Por un lado tenemos ese icono de la rosa en el puño. Prueben y recreen en la realidad esa imagen. Tomemos una hermosa rosa roja, apretemos fuertemente con nuestra mano su verde tallo. Veremos como de un respingo la soltaremos al notar sus espinas clavadas en nuestra delicada piel. En definitiva, nos viene a decir; "abrázame y te sacaré la sangre".

Por otro lado, tenemos el icono de la gaviota. Aprovechemos algún viaje organizado por la Asociación del Alzheimer a Chipiona. Tras pegarnos algún pelotazo en la inmejorable terraza del Picoco Bar, nos dirigimos a la Cruz del Mar donde sentados hacia la inmensidad del mar degustamos algún bocata de chorizo -aquí no voy con segundas y me refiero directamente al embutido-. Es más que posible, que en algún descuido nos quedemos sin nuestro preciado manjar. Alguna gaviota habrá aprovechado la distracción para llevarse el botín. Ya se sabe, las gaviotas viven de la carroña y de robar la comida. Es decirnos; "me llevo sus pertenencias que yo las disfrutaré mejor".

Ven, tengo razón. Lo que pasa es que no sabemos leer entre líneas y así nos va. Después bien que nos gusta quejarnos o lamentarnos sobre posibles engaños electorales y otros despropósitos.  Y por si esto fuera poco, ahora van algunos metepatas y no dudan en pedir explicaciones sobre unos dinerillos  al mismísimo presidente del gobierno. Acaso no tiene Mariano cosas más importantes que hacer.  En que país civilizado obligarían a colocar una pantalla de plasma frente a unos periodistas para que un presidente del gobierno explique el cuento de Caperucita Roja o la última nominación de Gran Hermano. ¡Qué puñetas sabemos los parias sobre los intrincados laberintos de la política! Y para colmo, esos desconfiados que no tienen reparos en relacionar las donaciones de las constructoras con posibles favores en futuras adjudicaciones. ¿No es más lógico que si un humilde constructor dona algunos miles de euros al partido o al concejal, sea con el ánimo de ayudar e incentivar el ejercicio de la política, hecho que en definitiva redundará en estos parias?. El pueblo es desagradecido, ya se nos ha olvidado esos tiempos en los que los constructores creaban riquezas, ganando el dinero con el sudor de sus albañiles. Seamos justos, las víctimas son ellos, a pesar del esfuerzo que hacen están mal vistos.


Sit tibi terra levis.

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