A estribor del Picoco, existe otro lugar para sentarse a contemplar el ocaso, el Trinity Irish Bar. Te colocas cómodamente en su terraza, te ajustas las gafas de sol y te tomas una pinta de Paulaner bien fría. Mientras discurre el diario proceso del atardecer, observas el continuo ir y venir de la gente. A veces, parece un trozo de Morón, conocidos que pasean por la zona recrean el Pozo Nuevo. Algún conocido comerciante de nuestro pueblo por aquí, algún conocido concejal imputado por allá. En fin, un barrio más de nuestro pueblo. A todo esto, la camarera del Trinity se acerca con la deseada consumición. Noelia, te suele dejar la cerveza convenientemente reposada y su presencia suele eclipsar a los propios atardeceres.
Pero, el verano ya no es lo que era. Explico. Los viajes a la playa se hacían eternos por sinuosas carreteras. La tapicería de escay del ochocientos cincuenta se pegaba durante horas a los sufridos glúteos. Los niños vomitábamos por la ventanilla sin detener el coche. Todo el mundo paraba en Ronda para desayunar. Y lo mejor de todo, el viaje se amenizaba escuchando una cinta con los mejores chistes de Arévalo. Ahora no, el viaje por autovía es rápido y no apetece parar a desayunar. Las tapicerías han perdido esa propiedad adherente de antaño. En cuanto un niño insinúa el vómito, se busca en el gepeese un hospital para realizar una ecografía de urgencias, por si acaso. Todo esto mientras el emepe-tres revienta los tímpanos con un chin-pum continuo a varios trillones de decibelios.
Evidentemente, esos veranos no tienen nada que ver con los de ahora. Si me apuran, incluso durante este verano han cambiado muchas cosas. Verbigracia. La prima de riesgo se ha relajado durante las vacaciones del gobierno -los mercados evidencian lo bolonio de nuestros gobernantes-. Sánchez Gordillo ha dejado el activismo político para dedicarse a dar puestos de trabajo -su primera medida ha sido crear un centenar de contratos para seguratas en los mercadonas-. En Morón, no ha habido ninguna procesión en los últimos quince días y quien sabe si careceremos de ellas hasta después de feria.
En definitiva, puede ser que el cambio climático este ejerciendo su influencia en todos nosotros y estas variaciones sea sólo el comienzo. Quizá nos encontremos en el Diario de Morón con la metamorfosis de los propios columnistas; F2O se dedique a complejos artículos sobre física cuántica, Juan Camacho aspire al honorable título de presidente del consejo de hermandades, J. Cabeza emplee sus esfuerzos en la creación de una asociación por la vuelta del juez Garzón, Carlos Ortén acabe liderando un grupo feminista pro-defensa del lenguaje no sexista/o. Y por supuesto, el que suscribe, acabe de monaguillo en la Iglesia de San Miguel o mejor aún, escribiendo en una pagina parroquial del Rouco.
Pues nada, se nos acaba el verano. Pero, tranquilidad en las masas, nada de olas de frío. Se nos avecina un otoño de lo más caliente y para empezar, nada mejor que una subida del IVA, todo sea por bankia y por los forajidos que nos rodean. Todo, aderezado con su majestad dándole mamporros al chófer. Es que estos súbditos hay que meterlos en vereda y ya se sabe, la letra con sangre entra. Mejor pensar en aquellos veranos.
Sit tibi terra levis.
¡HOLA MARCOS! despues de esta pausa veraniega,que espero haya sido inolvidablemente buena,quisiera saber tú opinión(como tecnico sanitario)de la NO atención al inmigrante,otro gran invento,de nuestro gran presidente del gobierno para recortar gasto sociosanitario.
ResponderEliminarMi respuesta es muy sencilla. Un ejemplo; pueden pensar nuestros iluminados gobernantes que el cáncer tiende a diferenciar entre personas con papeles y sin papeles. Es una medida tan insolidaria como inútil. Cuando se dice que hay que acotar el gasto de estas personas que no cotizan y toda esa hipocresia, normalmente lo dicen los que no ven a los enfermos. No sería yo el que le diría a una madre que o paga o su hijo no tendrá tratamiento para un sarcoma de Kaposi. Que se dediquen a recortar en evasiones fiscales.
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