Ji,
ji, ja, ja. Me parto y me troncho. Qué risa María Luisa. Estos días
están siendo de lo más divertido. Ver como todo se va a la mierda,
tiene su puntito de pitorreo. Cierto es, también podría estar con
el corazón en un puño y cagado hasta las trancas con lo que se
avecina. Pero, permítanme sufridos lectores, me niego a moverme en
la ciénaga del miedo en la que la chusma dirigente está interesada
en meternos. Recuerden, el miedo paraliza y eso es muy interesante
para esta élite.
Como
digo, en estos días he leído y oído tal cantidad de gilipolleces
en boca de los políticos tradicionales que no hay megas suficientes
para archivar tanta estupidez e imbecilidad. Supongo, que semejante
verborrea es directamente proporcional a la escasez de vergüenza e
inversamente proporcional al desarrollo de la corteza cerebral de
nuestros admirados ministros y políticos varios. Pero, merece la
pena. Veamos. Asistimos al mayor gesto humano, incluso al gesto
cristiano por antonomasia, dar sin recibir nada a cambio. Todavía me
afloran las lagrimas, cuando recuerdo ese dirigente de Bankia,
explicando como le vamos a soltar 23.000 millones de eurillos. Más
emotivo imposible, darle toda esa viruta sin nada a cambio, sin
tenerla que devolver. No hay gesto que más nos honre a los
españolitos que dejar a un lado la avaricia y ayudar a nuestros
hermanos banqueros. Tengo ahora mismo los vellos erizados como si
hubieran sido sometidos cada uno de ellos a una sobredosis de viagra.
Lo
fácil, por parte de algún hipercrítico, sería caer en las
comparaciones. Cómo a un solo banco le damos 24.000 millones de
euros y a nuestro sistema sanitario le hacemos recortes. Todo, cuando
dicen que el sistema sanitario necesita unos 15.000 millones para
superar el déficit. Pero digo yo, amigo hipercrítico, para qué
tanta sanidad gratuita, para que esa cantidad de muelles implantados
en corazones enfermos, para qué esas prótesis de caderas
contaminadoras de crematorios. Si al final todos vamos a diñarla. O
esos medicamentos opiáceos, eliminadores del dolor para los
moribundos -algunos cuestan más de cien pavos-. Tendremos que darle
algo de sufrimiento a la vida, no puede ser un camino de rosas. Miren
a nuestro señor jesucristo, clavado en una cruz y sufriendo sin
decir esta boca es mía -cierto es, tuvo algún momento de debilidad
y dijo aquello del abandono, pero ese no es el tema-. O esas reseñas
bibliográficas de revistas de gran prestigio científico, donde
demuestran que la crisis no mata, lo que mata son los recortes en
cobertura social; sobre todo a parados, jubilados y excluidos
socialmente. ¡Ah, lo siento! Esto es selección natural, que ya lo
dijo Darwin.
Definitivamente,
estoy contento con este país, mejor dicho con nuestros dirigentes.
Que capacidad de resolución, que ecuánimes en sus decisiones y que
consecuentes con sus ideales. Por ejemplo, en Andalucía, nos
recortan otra vez el sueldo a los mismos. Eso es socialismo en estado
puro, repartimos entre el proletariado la viruta que haya poner en la
mesa y punto. Alguno dirá que los ricos no pagan. Peor para ellos,
esos aristócratas y curas que no pagan IBI, son unos pobres
infelices y nada socialistas. Son acomodados que no tienen sentido
patrio ni de colectividad. Nunca podrán decir a sus hijos como
nosotros los parias -yo saqué estos banqueros a flote-. En
definitiva, podemos sentirnos orgullosos, ante la terrible dicotomía
planteada en estos tiempos -la bolsa o la vida- . Nuestros
iluminados, ilustrados, sabios, sacrificados y desinteresados
dirigentes han escogido; obviamente, la bolsa. ¡Qué les den!
Sit
tibi terra levis.
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