Supongo que de aquí a poco saldrá una nueva ley. Bajo ningún concepto se puede permitir que un grupo de ciudadanos llamen al orden a la casta política tradicional. Faltaría más. Un país civilizado como el nuestro no debe consentir la instauración del llamado escrache. Pero quien se han creído estos ciudadanos para hacerles ver a los diputados que están de espaldas al pueblo. Hasta ahí podíamos llegar.
No obstante, lo reconozco. Esa gente que sale a dar la lata me caen bien. Sobre todo cuando en este país se está ejerciendo una demonización continuada de todo aquello que represente una protesta contra la casta. Es curioso, se oyen voces de determinados políticos y sus periodistas que intentan colocar a estas personas más cerca del terrorismo que de gente desesperada y maltratada. Lo cual me reafirma la idea; a imbéciles somos campeones del mundo. Entenderá el sufrido lector que con estos mimbres cada vez sean más personas en estas tierras las que deseamos el Apocalipsis. Es decir, un reseteo de nuestra sociedad como única forma de intentar dar una solución aceptable al estercolero.
Me rilo por suelo cuando sale en los medios de comunicación algún mequetrefe enarbolando la bandera de la democracia. Mostrando la tiranía que supone ir a la casa de un diputado a ponerle la cara colorada. A lo mejor, el soplapollas no se ha enterado que si vas a la puerta del Congreso, lo normal es que acabes detenido y no te ha escuchado ni dios. El ciudadano carece de posibilidades reales para hacer llegar las protestas a sus señorías. Otros hablan que se sienten presionados y por tanto coartan su libertad. Estos sobrepasan la imbecilidad, muestra como la naturaleza, a veces, tiene sus caprichos y simplemente crea un desperdicio de órganos. Presión es la que tiene una familia en la que todos sus miembros se han ido al paro y el juzgado les dice; o sueltan manteca o el piso se lo queda Bankia. Eso si que es presión.
Pero lo más espectacular ha sido cuando se ha relacionado a estas personas desesperada con grupos filoterroristas. Llegados a este punto, se me ha desmontado el poco orden que pudiera tener en mi hueca cabeza. Los que hemos crecido bajo las continuas acciones del terrorismo siempre hemos observado a unos individuos que realizaban sus apariciones con la cabeza encapuchada. Sin embargo, los ciudadanos que practican el escrache suelen hacerlo a cara descubierta y no tienen mayor problema en identificarse explicando sus razones para realizar semejante actividad. Por contra, la casta política tradicional utiliza la injusticia -no lo digo yo, lo dice nuestra Europa- mediante una ley que ya nos han tachado de abusiva. Para hacer cumplir esa injusticia, en numerosas ocasiones se recurre a individuos armados y con capucha. Por lo tanto, los que somos simples de pensamiento y pacíficos de espíritu se nos plantea la duda: en caso de encontrarnos con un individuo, a cara descubierta y que grita "si se puede", u otro individuo, encapuchado, con pistola y porra en mano. ¿De quién huiría más rápidamente?.
Todo este tema debería llevar a la reflexión a la casta. Pero tampoco se puede pedir peras al olmo. A este colectivo, analfabeto y carente de la más mínima perspectiva, no le podemos pedir que piensen sobre lo ocurrido en este país un 2 de Mayo del 1808. Sería una forma muy ilustrativa para ver que españolito de a pie cuando se cabrea suele tener muy mala leche.
Sit tibi terra levis.
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